El tránsito o movilidad como se le dice ahora, es cada vez más complicado
en Tumaco, una ciudad intermedia con más de cien mil habitantes. De manera
extraoficial -las cifras exactas no forman parte de la burocracia colombiana-
se asegura que contamos por lo menos con 20 mil motocicletas y con más de 4 mil
automotores. El transeúnte, antiguo peatón, camina en muchas ocasiones por
plena calle; claro, los andenes se encuentran ocupados por los comerciantes
informales, en pleno rebusque para alimentar a sus familias.
Se conoce que la alcaldía municipal firmó un nuevo convenio con la policía
nacional, el cual tendrá vigencia de un mes -y ya está corriendo-, para que se
hagan cargo de la movilidad ciudadana y vehicular. Los agentes, ya estuvieron
durante un año en la misma función, no se puede desconocer que introdujeron
algo de orden y control en Tumaco.
Sin embargo, la policía concentra sus esfuerzos en la revisión de los
documentos que deben portar, todos aquellos ciudadanos que usan estos medios de
transporte. Eso está bien y cumplen así con la ley y las normas respectivas.
El
quid de la cuestión, es la percepción ciudadana, de que la policía de tránsito
- o dedicada a estos menesteres-, en lo esencial está para imponer sanciones y
multas a los que no cargan sus papeles en regla. En contadas oportunidades se
implementan propuestas y actividades de pedagogía con el fin de ilustrar y
capacitar a la ciudadanía sobre el tema de la movilidad en todos sus ámbitos. Además
de lo anterior, es visible el deterioro de las principales vías de la isla de
Tumaco, en especial aquellas intervenidas con la construcción del nuevo
acueducto. La posición oficial al respecto se hizo célebre en las redes
sociales: "en Tumaco los adoquines son inteligentes, ellos se arreglan
solos". Confiemos en que las cosas mejoren, sobre todo ahora que iniciaron
los trabajos para la instalación de semáforos en algunas vías principales de la
violentada Perla del Pacífico.
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