Operación coordinada entre
Policía Nacional y Fuerza Aérea Colombiana neutraliza centro de producción de
cocaína en zona rural del corregimiento de Llorente (Nariño). 5.293 kilogramos
del estupefaciente estaban camuflados y listos para ser enviados a
Centroamérica.Una
zona boscosa, entre los ríos Mira y Güisa en Tumaco (Nariño), de imposible
acceso terrestre, fue la escogida para lanzar una gigantesca ofensiva contra el
narcotráfico, que en esa área procesa gran parte de la cocaína que sale por el
Pacífico.Labores de investigación e inteligencia de la Policía Nacional, con el
apoyo de la Fuerza Aérea Colombiana, permitieron detectar los laboratorios de
producción de insumos y droga; y de paso, establecer el momento exacto en el
que sería movido un enorme cargamento.Con información de la Dirección de
Investigación Criminal -DIJIN- y de la Dirección Antinarcóticos, 100 comandos
jungla de la Policía Nacional desembarcaron en la vereda Vallenato, en el
corregimiento de Llorente. Un grupo se dirigió hacia un megalaboratorio, en el
que se encontraron cocinas, hornos, químicos y otros elementos utilizados para
el proceso de oxidación.Los uniformados también ubicaron un rudimentario
sistema de cable de aproximadamente 20 metros de extensión, impulsado por una
motocicleta y poleas, dirigido hacia una pequeña montaña donde se divisaba una
cochera. Ya en el sitio, se percataron de la existencia de otra edificación.En
la inspección, se descubrió que la estructura rústica rodeada de maleza, madera
y latas, en realidad era una caleta del narcotráfico. Bajo tierra, escondía 164
sacos, que almacenaban bloques de cocaína, embalados y marcados con la letra
'O' y la expresión 'K2'.El alijo fue sometido a las respectivas pruebas
químicas y arrojó un peso exacto de 5.293 kilogramos, algo más de cinco
toneladas de clorhidrato de cocaína. Según las primeras indagaciones, el
estupefaciente lo iban a llevar en lanchas por el río Güisa a un lugar del
Pacífico colombiano, donde sería trasbordado a un semisumergible que pretendía
ponerlo en Centroamérica.Igualmente, se conoció que la droga procesada la
subían por el sistema de cable hasta la cochera, y allí la guardaban para que
el olor de los cerdos repeliera las fuertes emisiones químicas del alucinógeno.Mientras
la incautación se cumplía, simultáneamente los comandos jungla, con el
acompañamiento y vigilancia de aeronaves del Comando Aéreo de Combate #7 de la
Fuerza Aérea Colombiana, continuaban ocupando laboratorios. Tres complejos más
fueron destruidos, uno de ellos dispuesto para la cristalización de cocaína,
los otros dos estaban dedicados a la fabricación de permanganato de potasio y
ácido clorhídrico.En total, fueron destruidos 2.695 galones de sustancias
químicas y 12.400 kilogramos de insumos sólidos, además de motobombas, estufas,
canecas, mezcladores, extractores, prensas, moldes, microondas y, por lo menos,
12 construcciones que servían de alojamientos y para desarrollar las distintas
etapas de producción de droga.Los investigadores de la Policía Nacional
establecieron que, durante 4 meses, los complejos narcotraficantes estuvieron a
tope para obtener las más de cinco toneladas de cocaína incautadas. Incluso, se
constató que mediante una nueva técnica estarían reutilizando los compuestos
químicos para acelerar el procesamiento.Como ha ocurrido en otras regiones
donde el narcotráfico se ha enquistado en la naturaleza, quedó en evidencia el
daño ambiental que generan las cantidades de sustancias químicas arrojadas deliberadamente
a las fuentes hídricas al terminar el procesamiento del estupefaciente; en este
caso, a los ríos Mira y Güisa, que abastecen a las poblaciones nariñenses del
Pacífico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario