La mala hora de Tumaco
A la nueva violencia que ahora imponen los
Urabeños, a la coca y a la pobreza se suman las denuncias contra la clase
dirigente y la alcaldesa. SEMANA visitó el puerto y encontró esto
Ni las bombas de las Farc, ni las masacres paramilitares han
afectado tanto la confianza de los tumaqueños como las acciones de su clase
dirigente. Desde que se realizaron las elecciones en octubre pasado, el puerto
quedó sumido en una especie de limbo político por cuenta de las denuncias por
un presunto fraude electoral y por casos de corrupción.Desde hace varios años
ese municipio se convirtió en el fortín de dos grupos políticos. El linismo,
liderado por el exalcalde Nilo del Castillo, y el neftalismo, del también
exalcalde y actual representante a la Cámara liberal Neftalí Correa Díaz. De las últimas 11
elecciones de alcaldes, las dos primeras fueron de Escrucería, seis del linismo
y las tres recientes del neftalismo.
En muchos municipios del país ocurre que un
clan o una organización política ostentan el poder por mucho tiempo. Pero que
continúen padeciendo los mismos problemas que cuando comenzó la elección
popular, hace 20 años, habla muy mal de sus dirigentes. Y si a esa cuestionada
gestión le surgen dudas o suspicacias en torno al manejo transparente de los
dineros públicos, el problema se torna complejo.Eso encontró precisamente esta
revista al investigar las denuncias en torno a supuestas irregularidades en el
manejo de rubros para el Programa de Alimentación Escolar (PAE). Un simple
cruce entre contratos, fundaciones y corporaciones permitió establecer vasos
comunicantes con la dirigencia local.La actual alcaldesa, María Emilsen Angulo
Guevara, es una ficha política del parlamentario Neftalí Correa. Ese nexo está
demostrado no solo por los dineros que recibió para su campaña electoral (donde
aparecen como únicos aportantes miembros de la familia del congresista Correa),
sino porque en 2014 la hoy mandataria hizo parte de su Unidad de Trabajo
Legislativo, UTL (ver documentos Aportes y UTL).Angulo ganó la Alcaldía en
octubre pasado en medio de serias denuncias de fraude electoral. Incluso, el
día de las votaciones se presentó un hecho inusual: varias bolsas con
tarjetones marcados aparecieron en basureros, tal como lo registraron los
tumaqueños en redes sociales. El incidente obligó al escrutinio total de los
votos, y al final la señora Angulo ganó con 21.153 sufragios. Pero el ambiente
quedó enrarecido por el fantasma del fraude.Luego vino otro lío. Opositores
demandaron por supuesta inhabilidad la elección de la alcaldesa, ya que su
cónyuge, Jairo Guagua Castillo, era el subgerente del hospital de Tumaco, que
en 2015 tuvo un presupuesto de 25.000 millones de pesos y es uno de los mayores
empleadores del municipio. Esa demanda de nulidad está en manos de un conjuez
del Tribunal Administrativo de Nariño, en espera del fallo.Llama la atención de
ese proceso que la defensa de la alcaldesa insiste en alegar que no hay vínculo
conyugal, pese a que en varios documentos oficiales ellos mismos certifican que
son pareja. Así aparece en el formato de aportes de campaña de la señora Angulo
y en la hoja de vida que el señor Guagua presentó ante el hospital para ser
nombrado en el cargo.En febrero pasado, desaparecieron cientos de folios del
hospital firmados por Guagua en los que se evidencia que ejercía como
administrador del hospital, lo que agravaría la presunta inhabilidad de la
alcaldesa. Esta revista tiene en su poder varios folios que indicarían que el
señor Guagua sí ejerció la autoridad en el hospital que tanto niega en sus
alegatos. A esas denuncias se suma que antes de llegar a la Alcaldía, la señora
Angulo junto a dos de sus hermanos y Jairo Guagua Castillo crearon en 2013 la
Fundación Pacífico Digno, que entre sus objetos sociales incluye atender
programas sociales para niños y figura como postulante dentro de la base de
datos de contratistas del ICBF Nariño. Para no inhabilitarse a la Alcaldía, el 8
de octubre de 2014 Angulo oficializó su retiro voluntario como asociada de la
fundación. En su reemplazo nombró a un cuñado del congresista Correa. Que un
político tenga fundaciones no tiene nada de raro, pero en el puerto es vox
populi que el programa de alimentación escolar sería el caballito de batalla
para acceder y manejar millonarios recursos. Aunque la fundación de la que hizo
parte la alcaldesa no ha recibido contratos en Tumaco, a muchos les parece
extraño que ella entregara directamente el manejo de los desayunos escolares
(por valor de 1.458 millones de pesos) a una asociación local llamada Mujer y
Género. Esa suspicacia no es extraña, si se tiene en cuenta que esta revista
contactó a un excontratista del municipio quien, con documentos en mano, reveló
que, por medio de una maraña de fundaciones locales y de Cali, Buenaventura y
hasta Barranquilla, han recibido en el pasado contratos de alimentación
escolar. El ‘truco’ consiste en entregar menos raciones a las facturadas o en
reducir la comida, “de ahí sacan la plata para ellos y las campañas políticas.
En mi caso me volví un problema cuando empecé a reclamar que las raciones
facturadas eran más grandes que las que entregaba para distribuir en los
colegios a mi cargo”.Las denuncias y dudas que ahora rondan la sede de la
Alcaldía son un nuevo capítulo de una larga historia de malos gobiernos y de
corrupción. Solo por citar uno de los muchos ejemplos, seis años después de que
el acueducto del puerto se le concesionó a Aquaseo, firma integrada por Empresas
Públicas de Armenia (EPA) y varias del sector de aseo en Bogotá, el agua
potable llega una vez a la semana; las redes están obsoletas, las pérdidas por
fraude son millonarias y las inversiones prometidas aún no se cumplen en su
totalidad.Por donde se le mire, Tumaco está en una de sus peores horas, que han
sido muchas. La violencia volvió con fuerza, al parecer porque los Urabeños
ahora quieren conquistar el control que ejercen las Farc; hay casi 10.000
hectáreas sembradas de coca, la pobreza campea y los proyectos creados para
producir cacao o palma no han sido exitosos. Ni siquiera ha funcionado la
concesión de Puerto Hondo, el único puerto pesquero y camaronero, asignado en
2010 a empresarios ecuatorianos bajo la promesa de generar 800 empleados y
crear una industria local. Y para rematar, la gente dice que los barcos son
ecuatorianos y se llevan el producto de las faenas al vecino país.Es increíble,
por no decir indignante, que el segundo puerto más importante del Pacífico siga
igual que en los años ochenta: olvidado, abandonado, miserable y dominado por
las dos plagas que sí lograron progresar: la violencia y la desidia de su clase
dirigente.
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