U. Nacional, ¿salvavidas para Tumaco?
La construcción de un campus de la universidad en
este puerto atropellado por el desempleo, el narcotráfico y la violencia motiva
la pregunta sobre el poder transformador de la educación
“Hace un mes fue la vereda de Firme de los Coime.
Los hostigamientos entre el Ejército y las Farc sacaron a todos los pobladores
hacia Mosquera y Pizarro, aunque muchos terminaron aquí en Tumaco, a seis horas
en lancha. Es que por acá los enfrentamientos son cosa de todos los días.
Suenan los bombardeos y ahí mismo salen las familias de desplazados. Aunque
hacemos lo posible para mantener a los niños estudiando, la violencia los mueve
de un lado a otro. Vea lo que pasó en Chilví, donde volvieron nada la escuela
porque quedaba al lado de la estación de Policía, y fue allá mismo donde en
mayo mataron dos niños con una granada, en la cancha de fútbol. ¿Se acuerda que
salieron en televisión, que los acusaron de ser ‘niños bomba’?”.
Quien habla es Carlos Alfredo Ortiz, el secretario
de Educación de Tumaco, a quien también preocupan los 62 maestros amenazados
por delincuentes, la poca oferta de formación docente de calidad y el histórico
desinterés de las universidades públicas de Nariño en llevar programas de
profesionalización a Tumaco: ese puerto del Pacífico colombiano que parece
concentrar en 3.700 kilómetros cuadrados todos los conflictos posibles, pero
que también es casa de gente buena y trabajadora que confía en que pasará el
tiempo y las cosas irán mejorando.
Del otro, Tumaco aún no se levanta de la crisis
económica que vivió entre 2005 y 2009. Los monocultivos de palma, que por más
de 50 años soportaron la economía de la región, fueron arrasados por la
pudrición del cogollo. La tierra dejó de producir, los conflictos sociales se
agudizaron. El 85% de su gente es pobre, el desempleo supera el 80%, el 48,70%
de las necesidades básicas están insatisfechas (cuando el promedio nacional es
del 27,78%), sólo el 43,6% de la población alcanza el nivel de básica primaria,
el 26,1% de secundaria y de los 2.800 bachilleres que se gradúan al año sólo el
4% continúa estudiando.
“Si vamos a seguir repitiendo cuáles son los
problemas de Tumaco, diría que no hay que desconocerlos, pero que están
sobrediagnosticados. Ahora hablemos de qué es lo que hay que hacer para
transformar eso”, dice Peter Lowy, director del Instituto de Estudios del
Pacífico, quien desde la Universidad Nacional ha sido uno de los abanderados de
que al puerto llegue una oferta educativa pública de calidad.
“Para muchos, la construcción de una sede (de la
Universidad Nacional) en una zona tan alejada es un gasto muy grande. Incluso
han recomendado que traigamos a los estudiantes a que realicen su pregrado en
Bogotá. Pero es que Tumaco, y el Pacífico, necesitan convencerse de que sus
hijos pueden ser profesionales en su región, para que una vez graduados quieran
trabajar por el desarrollo local”, dice el profesor.
Aunque en 1997 la Nacional contempló la
construcción de cuatro sedes de frontera (en San Andrés y Providencia, Leticia,
Arauca y Tumaco), las tres primeras se levantaron, pero, por inconvenientes de
gestión, el campus del Pacífico quedó en el aire. Sólo en 2009, convencidos de
que el país estaba en deuda de entregarles a los jóvenes de Tumaco un centro de
aprendizaje, los intereses se alinearon y la universidad comenzó a buscar
recursos para sacar adelante el proyecto.
Y fue ese panorama complicado tumaqueño el que en
2012 motivó al gobierno holandés a donarle a la Universidad Nacional $31.000
millones a través de la organización ORIO, destinada al fomento de proyectos de
infraestructura pública para el desarrollo, para abrir allí la próxima sede de
la universidad pública más importante del país y ofrecerles a los tumaqueños
otras opciones diferentes al mototaxismo, las ventas informales o, en otros
casos, la delincuencia.
El campus ya está en planos y comenzará a
construirse en 2015, y en los próximos 10 años beneficiaría alrededor de 23.000
estudiantes de más de 20 municipios del Pacífico a través de la oferta de
programas de pregrado, posgrado y extensión.
A este proyecto se sumaron otros esfuerzos. Con
dinero del gobierno japonés, de la Alcaldía de Tumaco y de la Universidad
Nacional, se construyó la sede del Centro de Estudios del Pacífico, que estará
lista en dos meses y recibirá a los estudiantes que iniciarán clases el próximo
año.
Los primeros en llegar a la sede serán 1.800 maestros
que ya adelantan procesos de formación con la universidad. Uno de los
principales problemas educativos que identificó la Secretaría de Educación fue
que los maestros contaban con toda la vocación para enseñar, pero no con los
suficientes elementos pedagógicos ni conceptuales.
“Lo más interesante ha sido la respuesta de
universidades regionales como la de Nariño y la del Pacífico, que al ver a la
Nacional concentrada en Tumaco se han comprometido a tener mayor presencia en
la zona. Ahora crece la esperanza sobre lo que pueden significar a futuro estas
semillas que estamos sembrando”.
Aunque la transformación que necesita el puerto no
será labor de una universidad, el que sus estudiantes tengan opciones distintas
al desempleo y exista una conversación abierta con los educadores frente a los
beneficios de capacitarse revela un buen punto de partida para el cambio.
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